sábado, 7 de julho de 2012

Entrevista Antiga em Espanhol

Antiga entrevista realizada em fevereiro de 2004, muito interessante.
Fonte: http://www.chasque.net/umbrales/rev148/26_27-28.htm Site da revista latino-americana Umbrales.



EL CANTAUTOR DEHONIANO, P. ZEZINHO

José Fernandes de Oliveira, scj, más conocido como p. Zezinho, rechaza elogios. En la historia del Brasil, desde los años 70 hasta hoy, el pueblo cantó sus canciones, mucha gente cambió de vida debido a ellas y millones de jóvenes se convirtieron con los libros que él escribió. En el mundo cristiano, no hay quien no lo conozca a través de libros, canciones, shows, artículos, radio o TV. Este año el p. Zezinho cumple 40 años de cantautor y 38 de sacerdote.

¿El nombre "Zezinho" fue elegido para ser un nombre artístico?

- Fue un apodo que los niños de una escuela cercana a la parroquia de San Judas Tadeo, en el barrio de Jabaquara en San Pablo, me pusieron, porque yo era un sacerdote muy joven y jugaba con ellos. Resolví no combatir el apodo, y el pueblo también empezó a llamarme Zezinho, en vez de José Fernandes. En verdad, ése no es un nombre muy bueno desde el punto de vista del marketing, pero al final resultó acertado.

Tú fuiste pionero como sacerdote - cantante. ¿Fue difícil abrir ese camino?

- Ciertamente, fue una osadía. Yo quería canciones religiosas con los ritmos e instrumentos que usaban los jóvenes de los años 60. Esto no era común en la Iglesia, pero dom Agnelo Rossi, cardenal de la Arquidiócesis de San Pablo, en la época lo permitió y, más tarde, dom Paulo Evaristo Arns pensó que yo debía continuar. Entonces las críticas disminuyeron y mucha gente pasó a frecuentar la misa de los domingos a las 11 horas en el Santuario San Judas Tadeo. Después de esto, vinieron otras experiencias de conjuntos musicales de jóvenes tocando en las misas. Siempre me dejé orientar y nunca inventé nada sin preguntarle a los obispos. Si Dios me llamó para ser profeta, siempre tuve conciencia de lo que San Pablo dice en la carta a los Corintios: en primer lugar vienen los apóstoles; sólo en segundo, los profetas.

Hace 40 años, Brasil vivía un tiempo de persecución política. ¿Cómo sufriste esta situación?

- Fui muy vigilado tanto por la derecha como por la izquierda. Unos pensaban que yo no era lo suficientemente izquierdista; otros, que era demasiado izquierdista. Había artículos violentos contra mí en los diarios. Estaban los que querían impedir mis misas y mi trabajo con los jóvenes. Yo consultaba a los obispos y ellos me decían que continuara. Mi superior, el p. Mauro, era un hombre muy sabio y me orientó bien.

"Lo que estás empezando asusta, pero no tengas miedo. Reza para tener coraje, porque el apoyo nosotros te lo damos", me dijo. Tuve una serie de canciones censuradas y sufrí amenazas por teléfono. Hubo violencia contra jóvenes de mi grupo, que fueron torturados por la dictadura. Fue un tiempo difícil, porque no pudiéndome afectar, perseguían a los jóvenes de mi grupo. En 1974 sentí que debía ausentarme un poco de Brasil, para tener un poco de paz y, orientado por mis superiores, pasé un período en España y en Italia. Fue en Europa que hice la oración "Por un pedazo de pan", que jamás podría haber editado en Brasil. Ese fue un período de auto-exilio. Volví con muchas ganas de enfrentar todo y empecé a cantar con fuerza en las Iglesias, ya que no podía cantar afuera. Luego vino la apertura política y, entonces, la censura ya no me perseguía. Aprendí con esa experiencia que es muy fácil rotular a alguien de comunista o de peligroso, sólo porque piensa distinto. También es fácil decir que aquel es un mal cura, cuando no reza del mismo modo que él. Pero el derecho a expresarse es un derecho fundamental en la sociedad y en nuestra Iglesia también. La Iglesia está llena de carismas y debemos respetarlos, mientras que no rechacen el contenido central de la fe.

¿Es difícil ser sacerdote de las multitudes?

- Ya no soy más un sacerdote para las multitudes. Lo fui por unos 30 años y, en aquel tiempo, tenía la conciencia de que era portavoz de mi congregación, de las diócesis que me llamaban y de la Iglesia; por lo tanto no hablaba en mi propio nombre. Es mucho más fácil saber que tu autoridad viene de afuera, en lugar de pensar que tú tienes doctrinas suficientes para la multitud. El gran peligro para quien tiene la multitud en las manos es ser un predicador de "repeticiones". Es necesario dar un contenido sólido y renovado a cada nuevo encuentro con el pueblo, a través de una capacidad enorme de comprender los tiempos. El gran drama de quien trabaja con la multitud es mantenerse actualizado. Es por eso que doy mucha importancia a los estudios y lecturas, para tener contenido al hablar con el público.

¿Por qué eligió ser Dehoniano?

- Es un deber de gratitud y amor a primera vista. Mi madre creció en una parroquia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, y era devota de Él, por lo tanto, de la compasión y de la misericordia. Después, mi padre sufrió una parálisis y mi familia fue a vivir a Taubaté (San Pablo). Allí fueron los padres dehonianos quienes nos cuidaron en nuestra pobreza, nos dieron comida, remedio y atención espiritual. Crecí viendo padres misericordiosos y querría ser como el p. Teodoro, que cuidaba de nosotros. Mi padre murió, fui para el seminario y fueron los padres del Sagrado Corazón los que me dieron la cultura que tengo. Si yo conozco el mundo entero y tengo una buena formación, fue un regalo de los padres dehonianos. Ahora, yo devuelvo, mostrando esa cruz por donde voy y dejando claro que yo quiero la sigla "scj" después de mi nombre. La congregación es mi segunda familia. No tengo dudas de que, si no fuese por el apoyo de los padres dehonianos, no existiría un padre Zezinho. También, tengo orgullo de ser un sacerdote de esa congregación, preocupado por los pobres. Y prestando la voz a los que no tienen voz.

¿Qué le pides hoy a Dios?

- Siempre rezo para que Él me dé la palabra justa, de la manera justa y en el momento justo. Pido sabiduría y coraje para decir lo que debe ser dicho. Pido la gracia de no dejarme llevar por el aplauso y por el marketing. El pueblo exige mucho más que un padre cantor y escritor, y está en lo cierto, porque aquel a quien más se le dio, más se le pide. Fue Jesús quien dijo eso. Entonces, ya que el padre está apareciendo, que tenga contenido y que sea coherente. Por eso, pido que Dios me dé el coraje de Juan Evangelista, para que pueda lograr ser portavoz de mi tiempo y de mi Iglesia y no use mi profecía para mi interés. Como comunicador y como sacerdote, creo que nuestra comunicación no debe ser en provecho propio ni de nuestra familia. Quien no sabe aceptar el quinto o el vigésimo lugar, no debe ser profeta, porque ésta no es una carrera para ver quien es el mejor, sino que es el intento de decir verdades. Por causa de esas verdades, muchas veces tendrás adversarios y enemigos. Pero no hay otra opción: "¡Ay de mí si no evangelizara!". De todo profeta, se exige que tenga el coraje de usar la palabra que primero causa dolor en él, y después en los otros. Esta misión es un camino lleno de tentaciones, una hoguera de vanidades y, cuando se mete la prensa, peor todavía.

Has hablado de prensa y de marketing, ¿cuál es la importancia de estas herramientas para la evangelización?

- De existir un marketing católico, tiene que ser distinto de los otros, pues una de las características del marketing es exaltar el propio producto e ignorar o disminuir el producto del otro. El "marketing cristiano" tiene que valorizar al otro, ser ecuménico y humilde al punto de decir que mi producto es bueno, pero el producto del otro también. Jesús daría dolor de cabeza a cualquier "marketinero", porque él dice que quien lo siga tendrá cruz y sufrimiento. Nadie, si quiere vender su producto, dirá que su producto incomoda. Jesús no necesitó del marketing para difundir su doctrina. Al contrario, en el Evangelio de Marcos y de Lucas, por 16 veces, él prohíbe que divulguen el milagro que hizo. Por eso, tengo serias dudas sobre los que hacen marketing católico, diciendo que todo debe ser divulgado. El católico no necesita gritar más alto que los otros para mostrar sus obras. En la era de lo visual, del marketing y de la comunicación de masas, necesitamos tener mucho cuidado a la hora de saltar arriba de un techo: saltamos sólo para que más personas nos escuchen, no para que aplaudan a quien saltó. Demasiada prensa provoca un efecto opuesto al que nosotros queremos. Si el comunicador cristiano no llega a esa conclusión, no comprendió el alcance de su profecía.

¿Alguna vez pensaste en parar con todo esto?

- En 1978 decidí que dejaría de cantar. Recibí muchas cartas, visitas de obispos y sacerdotes, pidiéndome que no dejara. Acepté por compromiso con la Iglesia. En 1988 otra vez quise parar de cantar para dedicarme más a los libros. Dios me mandó la canción "Oración por la familia", como diciendo que aún no era hora de parar. Desde entonces, busco promover grupos y otros cantantes y quedarme más en el área de educación para preparar nuevos comunicadores: descubro talentos, promuevo otros cantantes, incentivo nuevas vocaciones, valorizo a las personas que tienen el don de comunicarse.

Una vez dijiste: "mi discurso no es para hacer llorar, sino para hacer pensar". ¿Es posible ser artista sin apelar a la emoción?

- Mi proyecto no es mover a las personas con las emociones, sino hacerlas pensar. Mis shows están estructurados para eso: canto sobre la pareja separada, el aborto, el hambre, la desesperación, las injusticias, el mecánico, etc.. Es cierto que alguien se siente tocado y llora; sin embargo, lo que quiero es pedir que las personas ofrezcan a Dios su cabeza (su proyecto de vida), porque la mayoría da sólo el corazón (la emoción). Espero que el católico crezca para que sea un católico pensante.

¿Cuál es su formación musical y su fuente de inspiración?

- Estudié música clásica en el seminario. Después, viajando por Brasil y por el mundo, me empezó a gustar la música popular y empecé a prestarle atención al discurso musical y hablé con todos los cantantes y músicos del mundo que hayan dejado alguna memoria. Pasé a comprar CDs de todas las partes del mundo, para oír nuevos ritmos y composiciones. Comparto más de 30 años con maestros y músicos que me pasan su conocimiento. Comparto con ellos mi creatividad. Ellos corrigen mis armonías y yo los ayudo a tener una concepción más internacional de la música. Es una escuela permanente... El gran secreto es estar cerca de personas que saben, porque no existe mejor escuela que esta convivencia. Busco también mucha lectura, para descubrir las tendencias de un pueblo y de una generación. Si el cantante no traduce los sentimientos, las emociones, los dolores y las esperanzas de su tiempo, está cantando equivocado. El micrófono no es suyo. Como cantante, estoy representando al pueblo de Dios. Si tengo el don de ser profeta y catequista, no puedo cantar lo que me agrada, sino lo que es el sueño y el dolor de la Iglesia, que es el sueño y el dolor más profundo de la humanidad. Todo cantante es Cirineo: llamado a cargar la cruz del otro. Y todo escritor cristiano es una mezcla de Cirineo y Pablo: se tiene que convertir, anunciar el evangelio y sufrir los dolores del parto.

40 años de canción... ¿te sientes realizado?

- Soy una persona feliz. Me siento realizado, porque tuve la oportunidad de hacer e hice. Supe perder, sin miedo. Tuve la oportunidad de ganar millones de dólares para cambiar de grabadora, pero no cambié; la chance de firmar grandes contratos pero siempre opté por la libertad de hablar... No me agarro a la fama, ni al dinero ni al nombre. Fue Dios quien me condujo hasta acá. Sólo quiero la oportunidad de hablar. Soy como el río: si me ponen una piedra en frente, encuentro una manera de pasar, pero llego al mar. Sé a dónde quiero ir. Sólo voy a parar de evangelizar y de cantar el día en que pierda la voz o la memoria. Mientras Dios me regale voz y pensamiento, seré útil. La felicidad está en lo mucho. Dios ya hizo mucho por mí, me dio lo suficiente. Por eso, estoy satisfecho. No espero ninguna inspiración mejor de lo que Él ya me dio ni una chance mayor de la que ya tuve.

Ahora, quiero hacer felices a otros.

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